“Los hombres y pueblos en decadencia viven acordándose de dónde vienen; los hombres geniales y pueblos fuertes sólo necesitan saber a dónde van”. José Ingenieros
Mariano Rajoy llega a la Moncloa , más que por méritos propios, por el agotamiento del Gobierno socialista. Sea cual fuera su receta para salir de la crisis, parece alejada de la colaboración con las otras fuerzas políticas. Es necesaria una visión retrospectiva para recordar los días fértiles que atravesaba nuestro país. Un país repleto de brechas de difícil y larga cicatrización. Un país que observa atónito como otros Regímenes europeos se van hundiendo mientras, con ansia e ilusión, espera salir a la superficie del abismo en el que lleva cierto tiempo atrapado.
Hace dos semanas pudimos leer en The New York Times un artículo titulado “El envejecimiento de la Democracia española” (“The Aging of Spanish Democracy”), donde califican a nuestra clase política como “una madurez que huele a senescencia [...] la crisis de una Democracia de mediana edad”. Aseguran que no hay cambio en el que creer. El cambio es la única cosa que no cambia.
“Esta es la primera época que ha prestado mucha atención al futuro, lo cual no deja de ser irónico, ya que tal vez no tengamos ninguno”. Arthur C. Clarke
Nuestros representantes parecen carecer de la talla moral y de la responsabilidad necesaria para buscar el consenso y desarrollar, en determinados momentos, un Gobierno de coalición, siguiendo el ejemplo de Grecia. La colaboración fluida y responsable entre las principales fuerzas de nuestro país es la base de la recuperación. Otras medidas serán castillos en el aire. La mayoría absoluta que anhela el PP no es garantía de recuperación, ya que la conflictividad laboral y la inestabilidad social seguirán presentes.
Un pacto a gran escala asegura la adhesión de todos (o casi todos) los grupos políticos y permitiría legitimar aún más al Estado, con la confianza que ello conlleva de cara a los mercados. Un país donde el Partido Popular engloba toda ideología de derechas, ya sea moderada, demo-cristiana o extrema. Un país donde la izquierda pierde fuerza y se difumina, cada vez más, en agrupaciones que tienen de todo menos poder de influencia.
Un status quo que se alimenta de la desidia de los ciudadanos y de los errores del partido contrario. El mejor ejemplo lo estamos viviendo ahora mismo.
Rajoy llegará ala Moncloa el próximo #20N con un programa electoral ambiguo, pero suficiente para relevar en el poder a un Zapatero exhausto.
Lo tendrá fácil: los coletazos positivos de una economía globalizada sobre la que ninguna de nuestras administraciones tiene decisión, serán achacados a la nueva y brillante política económica. Los negativos, a la herencia socialista. Será así hasta que, inevitablemente, se produzca un cambio en el poder, haya tenido su gestión un balance positivo o negativo.
Un pacto a gran escala asegura la adhesión de todos (o casi todos) los grupos políticos y permitiría legitimar aún más al Estado, con la confianza que ello conlleva de cara a los mercados. Un país donde el Partido Popular engloba toda ideología de derechas, ya sea moderada, demo-cristiana o extrema. Un país donde la izquierda pierde fuerza y se difumina, cada vez más, en agrupaciones que tienen de todo menos poder de influencia.
Un status quo que se alimenta de la desidia de los ciudadanos y de los errores del partido contrario. El mejor ejemplo lo estamos viviendo ahora mismo.
Rajoy llegará a
Lo tendrá fácil: los coletazos positivos de una economía globalizada sobre la que ninguna de nuestras administraciones tiene decisión, serán achacados a la nueva y brillante política económica. Los negativos, a la herencia socialista. Será así hasta que, inevitablemente, se produzca un cambio en el poder, haya tenido su gestión un balance positivo o negativo.
Los padres constitucionales creyeron oportuno dotarnos de un sistema político basado en un método representativo que primara las mayorías en vez de fomentar una bancada plural, con el claro objetivo de fomentar la paz social y la estabilidad. Por lo tanto, el empleo del sistema D’Hondt como fórmula electoral, sumado a la utilización de circunscripciones provinciales, premia la concentración de votos, por lo que un partido nacionalista o regionalista, como CiU o Coalición Canaria, obtendrán mayor representación al ser más votados en determinadas provincias que los partidos con un voto disperso, como IU o UPyD.
Esto provoca que los únicos contrapesos al bipartidismo sean partidos creados para velar por el beneficio de la comunidad a la que representan. Que ese sea su objetivo es algo perfectamente legítimo, pero un partido de ámbito autonómico no puede ser ni aliado ni rival eficaz para controlar a los dos principales partidos. Para las cuestiones territoriales ya contamos con una cámara de Las Cortes que se llama Senado.
LOS MEDIOS Y SU PARTE DE CULPA
El modelo actual no sólo beneficia a los políticos del bipartidismo. Algunos medios de comunicación hace tiempo que liquidaron su labor social para, con su actitud, convertirse en muchas ocasiones en verdaderos palos en las ruedas del progreso del país. Han demonizado al partido contrario al que son afines, deshumanizando a los políticos que nos representan legítimamente y provocando una pesadumbre que ha afectado a nuestra confianza exterior. Han sido irresponsables al no llamar desde sus editoriales a la colaboración y al consenso cuando más lo hemos necesitado.
El debate sobre el sistema asusta y mucho. Son demasiados los beneficiados de la actual situación. Ahí estarán ciertos medios de comunicación para simplificarnos la actualidad en dos o tres ideas, en izquierda o derecha, en bueno o malo. Ha pasado con el movimiento 15-M, tal y como pasó con la abolición de los toros o la educación pública. Y seguirá pasando mientras que no nos atrevamos a pensar por nuestra cuenta.
Lo único que nos queda claro es que la herencia que recogerá el siguiente Gobierno el próximo domingo, sostiene con frágiles hilos el futuro y estabilidad de España. Una España que observa muy de cerca a Grecia e Italia. Una España de futuro translúcido, casi opaco, que deberá volver a construir unos sólidos cimientos donde pueda descansar su mañana. Por delante, asuntos como desempleo, vivienda, pensiones, impuestos, nacionalismos o inmigración, entre otros, coparán una apretada agenda que ha de afrontarse con unidad, valentía, confianza y transmitiendo un enérgico mensaje de optimismo.
“Es injusto que una generación sea comprometida por la precedente. Hay que encontrar un modo de preservar a las venideras de la avaricia o inhabilidad de las presentes”. Napoleón Bonaparte
“Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado”. Miguel de Unamuno
“El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes, LA OPORTUNIDAD”. Víctor Hugo
* Ignacio J. Marín es Periodista y Politólogo. Apasionado de la sociedad española y estudioso de los problemas que le acomplejan. De excelente diálogo y sibarita de la buena métrica.
Para mí, ha sido un lujazo intercambiar ideas y un verdadero honor compartir estas líneas con él. A su lado siempre se aprende algo.
Me atrevo a ir más allá diciendo que debería escribir con mayor asiduidad...
GZM
* Ignacio J. Marín es Periodista y Politólogo. Apasionado de la sociedad española y estudioso de los problemas que le acomplejan. De excelente diálogo y sibarita de la buena métrica.
Para mí, ha sido un lujazo intercambiar ideas y un verdadero honor compartir estas líneas con él. A su lado siempre se aprende algo.
Me atrevo a ir más allá diciendo que debería escribir con mayor asiduidad...
GZM